martes, 13 de enero de 2015

Crónicas de Apaña IV:

Termina un año más, enlutado y plañidero el normalmente atribulado reino de Apaña, pues recientemente se ha tenido noticia del óbito de la ilustrísima y modernísima Duquesa del Ocaso, vulgo Docaso. Esta señora, aun habiendo cumplido unos 750 años de edad y siendo el único testimonio viviente de la fundación del reino de Apaña, era querida por todos los miserables súbditos del reino, dado el alarde de modernidad y cosmopolitismo de su personalidad. Su comportamiento era tan plebeyamente aristocrático, que la llamaban "la duquesa del pueblo" y es que resultaba verdaderamente entrañable verla azotando a sus lacayos vestida con su ropita de Amarga Ruiz de la Parda y con sus pendientes de aro gigantes, sobre los que siempre descansaban dos pizpiretos tucanes. Docaso era tan moderna que se había tatuado sus 353 nombres y apellidos en una nalga, lo que técnicamente nos lleva a su tobillo. Docaso principiaba siempre los tórridos veranos de Apaña protagonizando el falso robado de los paparazzi, arrastrando sus mojamáticos senos por todita la playa de Copalascañas. Docaso urbana, cosmopolita, mecenas del arte y moderna de profesión, se apagó en fin al compás del ocaso del presente año. Sus honras fúnebres contaron con fanfarria, fuegos de artificio y el sacrificio ritual de 100 de sus sirvientes y otros tantos de sus ex maridos, que se cuentan por millares dado el carácter casi milenario de la difunta. Entre los afortunados que pudieron presenciar tales fastos, se comentó lo bien que tocaba la banda, lo exuberante del artificio y lo bien que se habían muerto los sacrificados, destacando lo sanotes, rozagantes y bien escogidos que estaban los morituri.

En otro orden de cosas, las celebraciones del nuevo año han traído un cierto aire de paz y tranquilidad a la atormentada sociedad apañola, sólo alteradas por el breve comentario que siempre suscitan los ya tradicionales discursos televisivos de fin de año de el rey de Apaña y del Ministrillo Primero de Lacatonia. El primero se limitó a mandar a Radiotelevisión Apañola un discurso grabado por su anciano padre, nada menos que en cinta VHS que en época de bonanza hablaba de paz, concordia y no sé qué de unos cisnes. En cambio, el discurso del Primer Ministro lacatón se limitó a una esperable soflama folclórico-regionalista, que concluyó con la críptica sentencia "Que bonito es Calahorra, que parece Güasintón".

Pronto termina la tregua, pues el nuevo año comienza con el consabido período de saldos, que suele saldarse, valga la rebuznancia, con numerosos fallecidos por aplastamiento y heridos de diversa consideración y triste conmiseración. Tanto es así que el señor de los puros está pensando muy seriamente en abolir el mes de enferbebro y acabar con este dislate. Rápidamente ha sido disuadido por sus asesores recordándole que éste es año electoral y la peregrina idea no produciría sino un adelanto de los comicios, lo cual ha escalofriado al Presidente que ha desechado rápidamente la inicitiva.

Sin más que contar desde la capital de Apaña, esta redacción le desea un Feliz año Huevo a todos los apañoles.

En Apañamente a 1 de enferbebro de Tundararachundarachún.

Fdo:

Uncristodospistolas, pesebrista.

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