jueves, 20 de noviembre de 2014

Centro de gravedad

La mirada perdida indicaba que no me estaba escuchando. El silbido del viento atravesando la persiana rompía el silencio absoluto que llenaba la habitación. Sueños rotos en un escenario idílico. Pasiones listas para ser recicladas. Un contenedor para cada trozo de alma. 

Cuando terminé mi ensayado discurso, se dio la vuelta y se fue. Y yo lo único que podía hacer era contemplar su culo. Mis niveles de testosterona acallaron los gritos de dolor que se intensificaban al crearse el eco en mi vacío. Pero ese culo... Ese culo no volvería a ser mío. 

Al igual que frente al ultimo segundo de vida, las imágenes de mi vida junto a ese culo pasaron como un rayo por mi mente. Yo había dado la vida por él, le había visto crecer y menguar, le adoraba y ahora, como el falso ídolo, desaparecía, quitándome la ilusión de haber encontrado el sentido de la vida. 

Fue al oír el portazo final cuando me aferré al odio. Cuando forcé a mi cerebro a crear falsas ilusiones. Ese culo volvería a mi vida o le daría poderes al tiempo para ejecutar mi venganza. La naturaleza es cruel. Las leyes de la física están ahí, observando, actuando sin remordimientos, ese culo, poco a poco, se rendirá a las leyes de la gravedad. 

Así que desde aquí te pido perdón por si alguna vez te hice daño. Mi única intención fue la de darte amor, cariño, respeto... Mi error: no saber separar lo divino de lo humano. 
Siempre tendrás un hueco en mi selectiva memoria. 

Gracias. 

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