martes, 12 de noviembre de 2013

La inevitable soledad de un hombre armado. Capítulo 23

Nunca olvidaré su cara. Esa mezcla entre miedo y pena. Es evidente que no ha creído una sola palabra de lo que le he dicho. "Claro que te creo cariño, pero tengo que asimilarlo" dijo con voz entrecortada. Me abrazó durante un buen rato, de esa manera que abrazan las madres cuando te has caído y te duele durante un rato. Bueno, esto es mejor que nada. Al menos si cree que estoy loco no me dejará tirado. Creerá que puede ayudarme con mimos y terapia. Sólo quedan unos días para que todo se aclare. Y porfavor dios, que pare. La cosa empieza a preocuparme de verdad, además de los dolores insufribles de cabeza y las pequeñas visiones ha empezado a sangrarme la nariz por las mañanas. Estoy asustado. 

No hay comentarios: