lunes, 21 de octubre de 2013

La inevitable soledad de un hombre armado. Capítulo 10

La conocí durante un concierto de "Bass drum of death". Un concierto "garage" nunca ha sido un bien sitio para entablar una conversación. Por eso cuando nos juntamos en la pista sólo la miré a los ojos y le metí un éxtasis en la boca; lo que dio paso a una noche de recuerdos alterados. Risas enlatadas, estelas en los movimientos y un sexo incontrolado e interrumpido. Cuando nos despertamos casi no sabíamos ni quien éramos. Pero por alguna razón nos dimos una oportunidad. Esa misma semana quedamos un par de veces. Un cine, una cena; queríamos ver si existía esa chispa de una noche. Por desgracia para mi sólo la sentía yo. Después de varios mensajes sin respuesta tiré la toalla. Muchas noches salía con la esperanza de volver a encontrármela. Llenaba mis bolsillos de drogas con la inocencia de un niño. Si no era con ella, seguramente podría repetir la experiencia con alguna otra. Al fin y al cabo, se trataba de volar. 

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