viernes, 18 de octubre de 2013

La inevitable soledad de un hombre armado. Capítulo 9

hoy he recibido un email de mis padres. Bueno, en realidad es de mi madre aunque la pobre haya firmado por los dos. Mi madre. Una pequeña mujer que habido menguando durante su vida y no de estatura precisamente. Años de sufrimiento a manos de un hombre malo, mezquino y dictador. Nunca le ha puesto la mano encima, pero lo ha hecho falta; una palabra suya ha bastado para que mi madre agachara la cabeza y el alma. 
Un hombre que me ha tratado siempre como un estorbo, como un pequeño esclavo hecho para cumplir sus deseos. Como le odio. 
En el email mi madre se preocupa por mi. Quiere saber que hago y como lo hago. Quiere saber si tengo novia o si estoy comiendo bien. Quiere saber porque no contesto a sus llamadas o mensajes. Quiere saber si la sigo queriendo. No puedo dejar de imaginar a mi madre en un mar de lágrimas escribiendo. Pensando en la vida que nunca tuvo y que nunca pudo darme. La adoro. 
Mi reto de esta semana es contestar. Le voy a decir que estoy muy bien, que me han ascendido en mi trabajo y por eso casi no tengo tiempo. Que estoy con una mujer maravillosa que me habla de tener hijos. Le voy a decir que gozo de una salud de hierro y que todo tiene pinta de ir a mejor. Voy a hacerla feliz por una vez.

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