viernes, 11 de mayo de 2007

No puedo ser Rey

(Echándole imaginación al fin de semana)

Desde hace algún tiempo que no conseguía dormir por las noches pensando: ¡Ay de mí! ¡¿Qué será de mí?!
Mi frustración personal por no saber lo que quiero hacer en la vida iba ya a rebasar la barrera de los 30, hasta que un día descubrí por qué estaba tan frustrado y es que mi vocación auténtica era ser Rey de España. No sé por qué estoy tan triste – pensé - si todo es proponérselo. Sin embargo, luego comprendí que es un cargo hereditario y vitalicio y que, vaya casualidad, ya había un señor ocupándolo. Entonces ideé mi propio plan: cargarme al tipo en cuestión, pero, ¿como se mata a un rey? Debe ser una cosa enorme con de 10 metros de altura y garras afiladas. Entonces pensé en qué podía yo encontrar que fuese lo suficientemente grande como para matar a un rey de un solo golpe y me dije “¡ya está!, le golpearé la cabeza con un aeropuerto internacional”, pero inmediatamente reparé en el tamaño que suelen tener los aeropuertos internacionales, con sus pistas, sus fingers, sus pasajeros, sus torres de control y sus tiendas de caramelos… sus mostradores de facturación, Susanas, sus Pacos y sus Ambrosios, también.

Ya daba por inviable mi plan y lo iba a dejar en el archivo de inviables, junto al maléfico plan para comprar todos los billetes de 500 € a 1€/Kg. o mi abominable versión del crimen perfecto matando a Don Nadie (así no sospecharía nadie). En ese momento salvé por los pelos la idea. ¡No era necesario el aeropuerto! Podía golpearle en la cabeza con un Jumbo y ¡listo!, pero también son difíciles de manipular. Entonces pensé en la posibilidad de engañarle para que se diera cabezazos él mismo contra el avión. Dicho y hecho. Escribí, entonces la siguiente carta:

“Apreciado Sr. Reydeespaña:

Sírvase presentarse a las 12 horas de mañana, hora de Kabul, en el aeropuerto internacional de Maputo para golpearse la cabeza con el Boeing 747 de la compañía Angola Airlines que se encontrará estacionado según se entra a la derecha. Rogamos puntualidad pues los pasajeros esperarán pacientemente a que tenga lugar su óbito para poder embarcar.

Durante el acto se servirán canapés y una copa de vino.

Agradeciéndole de antemano su colaboración, me despido con el testimonio de mi consideración más distinguida.

Fdo: Mr.X.”

Por alguna razón, mi plan falló y este señor no acudió a la cita. Quizá porque le citaba para mañana y la carta la mandé pasado mañana. En cualquier caso, su inasistencia supuso un considerable retraso para los pasajeros del vuelo de Angola Airlines, que fueron recolocados en otros vuelos.
Desde entonces aguarda en la pista del aeropuerto de Maputo un Boeing 747 que se está oxidando por falta de uso y que espera pacientemente a que algún rey pierda la vida golpeándose la cabeza con él.

Fin (Hay que ver lo que hace el aburrimiento…)

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