lunes, 24 de agosto de 2009

Verano como nunca:

Hace años que no recordaba un verano tan tórrido y tan típico como el presente. Serán las ansias provocadas por la crisis o las altísimas temperaturas que nos evocan veranos de Calippo en mano, festejos populares, borracheras nocturnas y festivales rock.

De día, en el más que nunca intenso aguamarina del mediterráneo me sumerjo desnudo hasta sus profundidades como un bebé que explora su abismo amniótico y regreso a la primitiva pureza de la vida y el resto me parece tan banal, que no sé si seré de esos pocos que en su último día de verano se inmolan pensando que jamás podrán volver al cruel día a día que nos oprime de ordinario cuando las hojas se convierten en folios.

De noche, bajo el cielo estrellado, mecidos los pliegues de mi leve camisa por la suave brisa de la noche, un gesto impulsivo de libertad agita mi brazo, lanzando el teléfono y lo que representa contra la inmensidad del océano y yo, contemplando después como una microexplosión nuclear lo convierte en una estrella más del firmamento, consigo al fin ver muchas más estrellas. Más de las que el bloqueo de mi mente otrora no me dejaba percibir. Por fin soy yo. Por fin vuelvo a ser un nombre y no un apellido o el membrete de una carta.

La música de una fiesta nocturna me invita a beber más, a fumar más y a no preocuparme más con las maldades que nos han dicho que la vida nos hará si hacemos lo que queremos, cuando queremos.

Es verano, aquí y ahora!

Mr.X Libre.

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