viernes, 9 de mayo de 2008

Love you old&ugly:

Cuando era pequeñito, creía en Dios todopoderoso a pies juntillas. Poco a poco fui descubriendo que Dios y el Diablo eran como dos corporaciones, como dos clubs de futbol, clubs de fans con sus aduladores, sus suscriptores, sus abonados, sus socios privilegiados y sus simpatizantes. Esta es la historia de cómo me cambié de club.

Un día fui a visitar a los del otro lado. Para ello, compre bombillas rojas y cambié todas las que había en mi cuarto, hice un pequeño agujero en el zócalo de la pared, escogí una música de los Rolling Stones y me senté a beber una botella de whisky. Me quedé dormido y súbitamente desperté con la sobrecogedora visión de la silueta enorme de una rata recortada por la luz de una de las bombillas rojas. De repente, la rata comenzó a cantar “I´m too sexy for my love…” y empezaron a entrar personajes de lo más variado por el agujero. Todos diminutos, a escala. Elefantes diminutos, gordas minúsculas, hombrecillos deformes, duendes de sonrisa malévola, prostitutas carcajeantes, borrachos célebres, drogadictos millonarios, vagabundos desquiciantes, enanos elegantes y otros personajes de más baja extracción que completaban un elenco digno del mejor filme surrealista. Mientras observaba el festín que se estaban dando los infelices, mi tamaño se fue reduciendo hacia el suyo hasta que quedé rebajado a su altura. De entre la multitud apareció entonces una silueta que bien pudiera ser una caricatura del diablo, con sus patas de cabra, sus cuernos de cabrón, sus dientes afilados y su piel roja. Antes de que pudiese salir de mi estado de shock, sus labios pronunciaron con voz rotunda y solemne: ¡Soy Dios! rompiendo a reír luego y provocando que todos en la sala comenzásemos a reír a carcajada limpia también.
Se abrieron botellas de champán, se brindó y se bebió por todo y por nada, se fumó, se comió, se fornicó y se volvió a fumar, pero no se hizo nada realmente terrible. Nadie mató, nadie humilló a nadie, nadie violó y nadie despreció a nadie por su fealdad.
Cuando desperté de mi sueño la resaca era grande, pero tal resaca me posibilitó una visión más relativa de lo que el cielo y el infierno son. Comprendí que Dios y el Diablo, el bien y el mal, eran las 2 caras de la misma moneda. Había estado creyendo hasta ahora en la cara bella de la vida, sintiéndome feo e infeliz. Desde entonces, he mudado radicalmente, dejándome llevar por las otras voces de mi cabeza, las que me piden que haga lo que pienso y no lo que se supone que debo pensar. Es un camino largo en el que se comienza pensando en contra de lo que te han enseñado a pensar, se llega luego al estado de decir lo que no se debe decir y el último paso es hacer lo que se supone que alguien decente no debe hacer. Es importante, sin embargo, no caer en el exceso, pues muchos de los que se aventuran por esta nueva vía, perecen víctimas de los innumerables vicios con que el diablo y sus secuaces nos seducen continuamente. Vidas cortas pero intensas, admirables en ocasiones, pero fugaces y fácilmente olvidadas más tarde. Inmeritorias.
Lucifer es la misma verdad que Dios, pero la verdad cínica. La otra manera de vivir, la vida sin esperanza pero con las cartas sobre la mesa, el mismo café pero sin azúcar. Dios es vino y el diablo es whisky.

Ya hace años que maduré mis ideas y que decidí de qué lado quería estar. Desde aquel entonces, prefiero la compañía de gordas risueñas a la de las rubias operadas. Prefiero a enanos divertidos antes que a hombretones con empaque. Prefiero voces chirriantes a las melosas y empalagosas voces de la mentira. Prefiero tu madurez arrugada a su juventud arrogante. Si eres así como yo quiero, bailaré contigo porque me gusta tu fealdad divertida, pero si eres de belleza fina y aburrida, quédate esperando.

Mr.X. Loves you ugly.

Oeiras, 666 de mayo de 2008

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