domingo, 1 de julio de 2007

70 – 80 -90: Resumen:

70 – 80 -90: Resumen:

1977: Antonio ya ha cumplido 16 y se ha comprado unos pantalones de campana blancos y una cadenita dorada para lucir debajo de su flamante nueva camisa floreada dos tallas menor que se pone para marcar su esquelético cuerpo y ser el rey de la disco. No sabe si le dejarán pasar, por eso se ha dejado crecer el timido bigotillo que las primeras hormonas han plantado en su aún pueril cara. ¡Hay que quemar lo que queda de los 70!

1985: A Antonio sus amigos le llaman Toni. Es un joven sin preocupaciones que ve la vida como un anuncio de Pepsi. Los 80 aún son jóvenes. Todavía va a la uni con sus jeans siempre rotos y sus zapatillas deportivas Wamba. Siempre con el walkman, su abuela dice que cualquier día lo van a atropellar y su padre no cree que acabe nunca la carrera. Su madre, sin embargo, está más preocupada porque cree que su niño toma cosas raras que le ofrecen por las noches en esos sitios a los que va.

1998: A Antoñito, ahora conocido como Toño, le han sentado bien los 90 y ha aprovechado su incipiente miopía para comprarse unas gafas de pasta negra. Su espíritu juvenil le permite moverse como pez en el agua entre críos de 19. Se siente joven pero la mayoría de sus amigos se aburguesaron, se quedaron parapléjicos en un accidente o la palmaron por efecto de esas cosas raras que la mamá de Toñin creía que le ofrecían a su hijo por las noches. Nunca acabó la Uni y nadie sabe decir a ciencia cierta a qué se dedica. Se sabe que tiene una tienda de discos o algo así. En realidad no comprende muy bien a los jóvenes de la generación X, que parecen tristes por todo e incapaces de nada cuando cree que en realidad lo han tenido todo muy fácil (tampoco él se puede quejar).

2007: Antonio ya tiene 46. Hace 7 se reconcilió con su espíritu discotequero de los 70 y alentado por los aires del nuevo milenio se dejó llevar por la estética gay de gimnasio y de camiseta apretada a lo “Marlon Brando de joven”, en un ejercicio de metrosexualismo que paradójicamente le proporcionó sus últimos éxitos con las mujeres en el ámbito sexual. Coqueteó con la música tecno y las noches en Ibiza aprovechando lo último interesante y nuevo que había bajo el sol.

Ahora a sus 46 ha dejado el gimnasio. No vale la pena seguir. Le gusta Cristina Aguilera y a veces baila al son de Shakira como rendido a la banalidad musical, pero ya sale poco. Ve con envidia a sus antiguos colegas, aquellos que acabaron la carrera y cambiaron su juventud por el chalé en las afueras, los cuerpos reales por la silicona de sus mujeres y sus Renault Supercinco por los Opel Senator de empresa, aunque sin dudarlo aún se iría de marcha con los imberbes hijos de sus carcas ex colegas antes que con ellos.
Vendió la tienda de discos y es que la FNAC y la falta de creatividad musical han hecho estragos. Trabaja de camarero, de reponedor o de lo que salga. Sabe que acabará haciendo cualquier cosa en la empresa de su padre. Ya va tocando sentar la cabeza. Sólo le hace falta reconciliarse con él antes de que la palme, pero Antonio aún espera que un milagro le traiga el secreto de la eterna juventud.

Desde aquí le dedicamos a Antonio esta canción de los Kinks que él conoce bien porque la escuchaba de pequeño y que rinde homenaje a esa carrera sin sentido por la moda que nuestro héroe de discoteca ha ganado sin discusión perdiendo todo lo demás, pero siempre con estilo.

The Kinks – Dedicated follower of fashion.

Mr. X. haciendo balance.

3 comentarios:

BUDOKAN dijo...

Intersante e innovador post que deja algo de malancolía en la lectura. Vivan los Kinks!! Saludos!

Mr.X. dijo...

Era la idea.

Gracias!

tootels dijo...

AINS LOS RECUERDOS... ES QUE SE AGOLPAN EH?