No creo en brujerías, pero la gitana de negro del domingo no me sale de la cabecita.
Explico: este fin de semana estuvieron un amigo mío y su novia aquí en casa. El domingo, estábamos dando una vuelta por el mercadillo de Belém, envueltos por una misteriosa niebla que a menudo sume a esta ciudad en la oscuridad, a veces incluso durante semanas enteras. Después de repasar las joyitas de ese mercadillo donde las más curiosas antigüedades se venden al precio de los relojes Casio de segunda mano que hay en los puestecillos, emprendimos la corta caminata hacia el padrão das descobertas. Fue entonces cuando nos abordó la vieja para leernos el futuro (“a sina” en portugués). Tras nuestra negativa, hizo un último intento, la gitana, por atraer nuestra atención mientras nos alejábamos, con técnicas de marketing muy difusas, del estilo: “Tengo algo importante de que avisarle”. No le dimos mayor importancia pero nos dejó a todos una sensación de inquietud y malestar interior impropio de seres racionales y cabales como nosotros. Bueno, a todos menos a mi orondo amigo que es tan pasivo que no se incomoda por nada.
Continuamos nuestro día con muchos problemas pues mi ruta turística se fue al traste al no encontrar un solo restaurante en la línea de Cascais para comer. Después de comer, a las mil y monas, claro, vimos la zona del Casino de Estoril, un poco de Cascais y cuatro cosas más y nos fuimos a casa a dormir, “que estos mañana tienen que coger un avión”.
Ahí empezó la odisea. El lunes nos levantamos con tiempo, salimos de casa a la hora prevista, nos metemos en el coche y… el coche no arranca. Encima es uno de estos putos Meganes con tarjetita y no sé que, que es imposible de arrancar porque se quedan colgaos como tu pc. Empezamos a mover el culo para encontrar taxi y no había manera. Al final lo conseguimos y llegamos por los pelos al mostrador de facturación, después de sortear los obstáculos de una Lisboa colapsada por el tráfico mañanero, acrecentado por una niebla aún más densa que la del día anterior.
Despido fríamente a mis amigos, pues las despedidas aeroportuarias siempre son frías, y vuelvo al parking de mi casa, gracias al transporte de mi colega de curro. Se supone que tenían que mandar la grúa rápido, pero se presenta a las 12.30 y, ¿como no?, no se quiere meter en el parking. Empujamos el coche por todo el parking hasta la salida. Se lo damos al garrulo de la grúa y le digo que si quiere se puede quedar con ese montón de chatarra a pilas y gasolina. Llegamos tardísimo a la ofi, imprimimos, me dan otro coche, comemos y salimos echando ostias de nuevo al aeropuerto pues viene el jefe de Madrid. Llegamos con 10 minutitos de retraso pero por una vez los vuelos llegan a su hora y está mi jefe, que es un poco lunático y tiene un mal día, esperándome con una bronca monumental. A todo esto, para ir en un solo coche, yo había dejado el mío en el parking de un carrefour y, por primera vez en mi vida, me olvidé la cartera, dejándola a la vista en el interior del vehículo. Salimos para Santarém, donde unos ex compañeros han montado una empresa y nos quedamos a cenar con ellos. La conversación es animada pero yo sólo pienso en ir por el coche y la cartera y volver a casa para tirarme en la cama y morir por la causa. Recupero el coche, incólume con la cartera en su interior y cuando llego a casa la tele no funciona. ¿Que más puede pasar?, consigo arreglarla y me voy a dormir.
Al día siguiente, madrugón y viaje a Porto con el jefe. La cosa va bien, la niebla va escampando, substituida por la lluvia. Volvemos a Lisboa justo a tiempo para cenar en una casa de fados. La luz tenue y el aire melancólico me hacen ver de nuevo la sombra de la gitana.
Hoy miércoles, me quedo en casa currando y descansando. No pienso salir. He visto en el otro móvil que había llamado la novia de mi amigo, con quien no he podido hablar desde la escena del aeropuerto. Me dice que todo fue bien, pero que cuando llegaron a casa la tele no funcionaba. También han pensado en la gitana.
La niebla ya casi se ha desvanecido por completo y, con ella, la sombra de la anciana que nos ha robado la tranquilidad estas últimas 48 horas. Estoy más tranquilo.
Como decía al principio, no creo en meigas pero haberlas hay-las, así que he decidido que, como asustan tanto aunque no sea verdad que hagan nada, me voy a hacer gitana para asustar a mi jefe y que me suba el sueldo.
Miss. Y. en Lisboa, a 7 de Enero de 2.007.
3 comentarios:
Tio, que gran historia... espero la la invitacion a tu bautizo gitano, que se lo pasan muy bien... Es curioso que, al final, lo que tenia que deciros la gitana era que se os iba a estropear la tele!! la proxima vez, mejor nos paramos todos para ver que nos dicen, aunque a mi, como mucho, me han intentado vender mecheros... que quieren? matarme? yo fumo muy poco pq no llevo nunca mechero y me da vergüenza pedir fuego. Otro dia posteare yo otro articulo relacionado con brujas extrañas y sitios extraños donde los ipods se descargan misteriosamente...
KITT
Ja, ja! Es cierto. Nos íba a avisar la pobre mujer de lo de la tele y no le hicimos caso.
Bueno, yo he tenido otras gitanas como una que me leyó la mano en el retiro y que decía cosas como "tú tieneh un brusedo mu grande entre pesho y espalda" (no sé que coño es un brusedo)Ah! y me dijo: Dame la voluntá, son 50 euroh. Cuando le dije que no tenía, se empeñaba en acompañarme al cajero. Total que le dije que no tenía dinero y que por eso íba andando a casa. Me dejó en paz.
Ah!, y a mí tambien me da vergüenza pedir fuego.
Las meigas no tienen ná que ver con las gitanas estas que andan increpando a la gente que son tela marinera...
A unos amigos que son pareja una gitana les hizo lo siguiente:
Cuando ellos paseaban por la calle de la mano, le agarró la mano libre a la chavala y puso la mano libre del chaval encima mientras agarraba la de ambos y le dijo al chaval:
-Dame 10 euros o le echo un mal de ojo a tu chica.
Ellos no creen en estas cosas pero cuando una gitana hace eso juega con tu sensibilidad. Jolín, le estaba diciendo al chaval que le haría daño a la persona que más quiere si no le daba 10 euros. Es una putada, pero la tranquilidad bien valio los 10 euros, es más valió 20! ya que no tenian billetes mas pequeños.
Puñetera la mujer ehhhh
Pero jamás he visto a una meiga por ahí increpando a la gente.
Igual es porque soy gallega, pero a las meigas les tengo mucho cariño y no me dan miedo jaja
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