martes, 8 de octubre de 2013

Delicatoria:

Iván Murdanovich, oriundo de Varsovia, residía tiempo ha en Nordorvoroski, capital de Sabadajstán, cerca de la estación de los ferrocarriles estatales. Había llegado allá pocos meses antes junto con sus 7 hermanos y sus 6 hermanas, antes de que las nieves bloqueasen las líneas férreas que conectaban esta ciudad con la bulliciosa Varsovia. Su vida quedaba reducida a los escasos 45 kms de vía abierta que discurrían hasta la pequeña ciudad costera de Gavanska, donde acudía diariamente a cazar topos para su sustento, el de sus hermanos, mujer y escasa prole. Cierto día, un suceso trascendental marcaría su vida: Al llegar al puerto de aquella ciudad marítima, vio como un carguero ruso se abría paso entre la niebla que flotaba sobre aquel tranquilo mar de octubre. Sin dudar, corrió hacia el puerto en espera de poder adquirir alguna de las últimas cajas de vodka de contrabando con que calentar el frío invierno que se aproximaba, pero llegó demasiado tarde. Al pie de los pocos estibadores que quedaban, sólo una caja de vodka restaba sobre el cabestrante. No hubiera sido problema si no fuera por la presencia de otro paisano que ansiaba el mismo botín. Sin mediar una palabra entre los dos concurrentes, el único estibador que quedaba sobre el cabestrante, espetó: “Me parece que uno se va a quedar sin caja. A ver de qué manera resolvemos esto”
A lo cual, nuestro decidido protagonista respondió: “¡Pero yo tengo 7 hermanos y 6 hermanas, amigo!”
Sin embargo, el otro contendiente careciendo de escrúpulos se apresuró a responder: “¡Pero yo también tengo 7 hermanos y 6 hermanas, señor!”.
Nuestro Murdanovich, se gira incrédulo hacia el contrario con cara de “esto no está pasando”, de nuevo se vuelve hacia el estibador y le grita: “¡Pero yo tengo mujer e hija!”.
Grita entonces el otro: “¡Y yo! ¡Y yo también tengo mujer e hija, señor!”.
Nuestro amigo se gira de nuevo hacia a él y espeta con cara de medio asco: “¡pero que dices, tú?!”
El estibador, ciertamente confundido, decide que hay que resolver la situación de algún modo y dirigiéndose hacia Murdanovich, rudamente le pregunta: “¡Tú! ¡¿Como te llamas?!”, a lo cual responde aquel: “¡Iván, amigo... se-señor!”
Se gira entonces el estibador preguntándole al otro: “¿y tú?¿Te llamas tú Iván?” a lo que el otro, cabizbajo, responde sin más recurso: “No señor, no me llamo Iván”.
El estibador sonriente, le dice entonces en tono festivo a nuestro protagonista: “¿Sabéis que en Rusia se celebra San Iván?”
“No”, respondió Murdanovich, sin saber donde quería ir a parar aquel forastero con su conversación.
“¿Sabéis que día es hoy?”.

Estas fueron las últimas palabras del lacónico estibador que con aire de socarrón y sonrisa de oreja a oreja, levantó la caja entre sus manos y se la tiro a nuestro amigo, para quien a partir de aquel dichoso día, nada volvería a ser igual.

FIN.

Dedicado a Kitt san en su San Iván.


08/10/2013.

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