viernes, 20 de septiembre de 2013

Regreso al futuro:

Otoño de 1.985, Pla de Palau, Barcelona. Una noche cualquiera. La esfera parcialmente oscurecida del gran reloj averiado, marca las 10:04 desde hace años. Tres niños rezagados se han quedado jugando en la plaza. Una ligera niebla se va cerniendo sobre la ciudad gris.

-Manolito: ¡Dejadme jugar, anda!
-Arturito: Vale, pero te pones de portero.
-Manolito: ¡Jooo! Pero ¿por quéeee?!
-Andresín: Por capullo, básicamente.
-Manolito: Pero sólo un rato, ¿vale?
-Arturito: Que síii, ¡pesao! Tú ponte.

En ese preciso momento, tres atronadoras explosiones de luz blanca dispersan a los protagonistas en un radio de varios metros por efecto de la onda expansiva. Un vehículo a gran velocidad irrumpe salido de la nada, dejando dos regueros de fuego a su paso y estampándose al fin unos metros más adelante contra unos cubos de basura.
Los tres protagonistas boquiabiertos, se miran y sin dudarlo echan a correr en dirección al extraño vehículo. Llegan atropelladamente pero se frenan a un par de metros por el lógico temor a lo desconocido. Manolito se atreve a acercarse agazapado, extiende la mano y con el dedo índice toca el metal congelado del vehículo, dando un brinco hacia atrás.

-Arturito: ¿Qué pasa, miedica? ¿Da corriente??
-Manolito: No.
-Andresín: ¿quema?.
-Manolito (pálido): Está frío.

En este momento se abre la puerta en ala de gaviota y un pie se posa sobre sobre el humeante asfalto. Al instante, se incorpora vigorosa una figura humana alta, cubierta con un gabán dorado. Canosa cabeza de viejo, la piel tersa de un hombre joven y unas gafas lisas y plateadas esconden sus ojos. Se levanta las gafas, dejando ver dos ojos como platos, clavando su mirada en los críos. Estos se asuntan y rebotan hacia atrás.

-Doc: ¿Sois de aquí?
-Arturito: ¿Qué?

El extravagante hombre empieza entonces a moverse rápido, abriendo y cerrando puertas, entrando y saliendo del coche, tocando botones, golpeando cajas y circuitos, como si no hubiera escuchado la pregunta de Arturito.
Los chicos empiezan a hablar entre ellos.

-Arturito: ¡Jó macho!
-Manolito: ¡Hey tíos, como en la peli esa del futuro!
-Andresito: ¡Que dices, tío!
-Manolito: ¡Sí, es el Delorean ese!
-Arturito: Eso no existe, pringao. Es una peli, ¿no te das cuenta? Además se dice Delorian, con i.
-Manolito: Pues noo, LISTO. Que lo he visto escrito con e y se pronuncia con e.
-Doc: ¡Silencio! No tenemos tiempo.
-Manolito: ¿Vienes del futuro?
-Doc (con misterio dice): Sí. Vengo… ¡de 1.985!
-Andresín (descreído): Pero si estamos en 1.985.

Doc mira el reloj de su muñeca y acto seguido mira el reloj de la plaza. Con cara de susto, aspira como si le faltase el oxígeno, se gira y aprisa abre la tapa de un extraño artilugio blanco montado sobre el portón trasero.

-Doc: Vengo de 1.985, pero del falso 1.985 ¿comprendéis? Lo que pasa que no me he cambiado la ropa porque sólo he dejado a Martin. ¿Tenéis latas de cerveza o algo? Si queda algo de cerveza dentro, mejor.
-Manolito: ¡Claro, como en la peli! Son para el convertidor de plasma, ¿verdad?
-Doc (extrañado): Son para mi resaca. Me irían bien dos dedos de cerveza aunque sea caliente. ¿Convertidor de plasma?, ¿qué diablos es eso?, Críos…
-Arturito: ¡Wow! Es verdad. ¿Cómo es el futuro?,¿Puedo ir con usted? Podría dejarme allí en la base lunar o en el Enterprise.
-Doc: ¿Qué?... ¡Rápido, necesito colillas!
-Andresín: ¿fuma usted colillas? Puaj, ¡que aasco!
-Doc: Son para la unidad de gasógeno.
-Arturito: ¿Gasógeno?
-Doc: Después de la crisis de 2007, la economía fue degradándose, en China se vendieron muchos coches y en 2.030 ya no hay petróleo para todos.
-Andresín: No sé qué es pero ¡mooola!
-Arturito: ¡Queremos ir con usted!
-Manolito: ¡Sí, LLÉVENOS! Quiero ir al espacio, comprarme un aeropatín y un robot.
-Doc: ¿De cocina? ¿No eres muy pequeño para cocinar?. Hummm…Lo del patín podría ser. Ahora hay unos en línea… ¡Olvidadlo, no puede ser! ¡Es muy peligroso!
-Andresín: ¿Es por la radiación?
-Doc: ¿Fukushima?, ¿Peces con tres ojos? Nah… Escuchad: No tenemos plataformas en La Luna ni en Marte, ni comemos con pastillas, pero tenemos internet, wifi, pantallas táctiles, coches híbridos y unos GinTonics de premio. Ya veréis, el futuro es genial.
-Andresín (con cara de asco): ¿En serio?
-Doc: Está bien chicos. Puede venir pero sólo uno de vosotros y no podrá salir del coche. Si tocaseis algo accidentalmente, podríais producir una paradoja en el continuo espacio tiempo que destruyese el universo. O eso o acabar con mi bar de Gins favorito.
-Manolito: ¿El futuro es así como ha dicho?
-Doc: ¡Claaro! Hay cosas fascinantes: Teléfonos móviles, rayos X en los aeropuertos, comida basura más basura, hoteles con Spa y seguimos teniendo Seguridad Social, aunque el Ministro ha dicho que por poco tiempo.
-Manolito: ¿Sabe qué? Déjelo. Creo que el futuro no mola tanto.
-Doc: Y vosotros, ¿qué decís?
-Andresín: Creo que paso.
-Arturito: Sí tío, ¡pírate! No molas nada.

En ese momento, un chirrido mecánico va cobrando intensidad a la par que a unos metros va apareciendo lentamente un extraño artilugio propio de la imaginería futurista tardodecimonónica, ocupado por un personaje que parece salido de un cuento de Dickens.

-H.G.Wells: ¡Hey, Doctor, has perdido! Nunca debías haber intentado emularme.
-Doc: ¡No tan rápido, Herbie! ¡Te recomiendo que te des una vuelta por el pasado! He hecho unos cambios en tu vida. Nunca inventaste esa máquina. Te quedaste en escritor.
En ese momento, una cabina azul envuelta en más ruidos metálicos se aparece también lentamente. Una puerta se abre y un hombre con pinta de genio despistado sale de ella:

-Doctor: Soy el Doctor, ¿Quién me ha llamado?
-H.G.: No, ¡él es el Doctor!
-Doc: Yo soy Doc, ¡Él es el Doctor!
-H.G (divisando una marabunta a lo lejos): ¡Maldición, los Morlocks!

H.G. Se vuelve a sentar en su máquina, mueve una palanca y empieza a desvanecerse. Doc se ríe, pero de repente ve una manada de humanos en taparrabos perseguida por monos a caballo. Su sonrisa se borra.

-Doc: No son Morlocks. ¡Son simios! Dios mío, ¿qué he hecho? Tengo que destruir esta máquina. Sólo nos ha traído desgracias.

Doc se sube al coche, que no arranca hasta la tercera, acelera y desaparece tras un estallido sónico. Las hordas avanzan hacia nuestros protagonistas.

-Doctor: Hola chicos. Me tomaría un café. ¿Sabéis algún sitio donde pueda tomarme un buen Capuccino y tomar un baño caliente?
-Manolito: Tíos… ¡Corred!

Los tres chavales huyen despavoridos por los callejones, mientras el Doctor se queda sólo y con aire confiado ante los simios, blandiendo un artilugio con forma de bolígrafo plateado. Su cara se oscurece al ver que no funciona, dando la batalla por perdida y con el aire melancólico de quien echa de menos el arma que hubiera sido definitiva en la victoria, espeta: “Wifi, mein herren, wifi”.

FIN.
Mr.X.

En Barcelona a 20 de septiembre del falso 2013.

No hay comentarios: