miércoles, 7 de octubre de 2009

La profecía:

Sostienen algunos que, tras haber acabado el mundo en 1000, 1984, 1999, 2000 y en 2001, va ahora a acabar definitivamente en 2012, señalando el fin del calendario que una antigua tribu de Sudamérica elaboró antes de desaparecer misteriosamente en la noche de los tiempos. Otros sostienen, con mayor sentido común, que el evento señalado por tal calendario se trata tan sólo del final de una gran Era y que quienes confeccionaron el calendario aprovecharon para acabarlo coincidiendo con esa Era, lo cual encaja perfectamente en cualquier mentalidad perfeccionista, resuelta a acabar los trabajos después de empezarlos. Nada de especial.

Algunos atribuyen a ese momento el poder de una coyuntura universal única, que supondrá un punto de inflexión en la raza humana, algo así como una catarsis o epifanía mundial.

Todo este circunloquio no es sino una excusa para llamar la atención sobre nuestro presente y de alguna manera, sobre nuestras realidades individuales.
Por alguna razón, llámese miedo a la muerte, miedo al olvido o miedo a lo desconocido, todos los hombres y mujeres que vivieron antes que nosotros se consideraban únicos y en todas las épocas, y podemos decir que casi en la vida de cualquier hombre o mujer, existió una profecía que anteveía el final de los tiempos durante sus años de vida. En todas las épocas los hombres y mujeres se han considerado “los últimos hombres y mujeres”, algo así como la antítesis de Adán y Eva, en una especie de macabro privilegio, que dota de trascendentalidad, quiérase ésta trágica o afortunada, a unas de por sí grises y olvidables vidas.

Hoy quiero haceros una revelación: No sois los últimos.

A pesar del cambio climático y de las alteraciones de las corrientes marinas, no sois los últimos.

A pesar de las tormentas solares y de la eventual inversión del campo magnético, no sois los últimos.

A pesar de los calendarios, los impactos de cometas y las extinciones masivas previstas, no sois los únicos.

¿Resignados ya? – Al principio cuesta un poco hacerse a la idea de que el tal privilegio de una aniquilación en masa con fuegos de artificio incluido no se va a producir. Dicho esto, una vez desprovistos de nuestra vanidad como individuos, se abre para nosotros una nueva dimensión de discernimiento que si conseguimos acompañar de la debida perspectiva sobre nuestro mundo actual, veremos que nuestra generación o mejor, nuestras generaciones, incluyendo otras, son como una fase intermedia del proceso antropológico de evolución, una especie de “Hombre de Transición” entre el “Homo Sapiens” que somos actualmente y algo un poquito más sofisticado y menos mezquino. Estoy convencido de que la era tecnológica que vivimos desde hace 2 siglos contribuye a este proceso y de que algún día el ser humano actual será substituido por una especie más racional, menos dependiente de satisfacer sus necesidades básicas y por tanto, algo más noble.

Entretanto resta saber qué nos queda una vez confrontados individualmente ante tal lógica y lo que nos queda como individuos al final es nuestra propia vida porque, al fin y al cabo, es improbable que lleguemos a ver todos los cambios que están en el calendario de la humanidad y por tanto, tenemos que intentar disfrutar al máximo de lo que tenemos, que será menos de lo que tendrán nuestros hijos, pero que siempre es un poquito más de lo que tenían nuestros padres e intentar acompañar con algo más de indiferencia los pequeños conflictos diarios tanto en la esfera personal como en la global.

Incluso admitiendo que sea posible que los astros influyan de manera positiva en esos cambios y que de alguna manera estamos ante un cambio de era, esos cambios serían siempre graduales, ya habrían comenzado hace años y continuarán después de nosotros durante muchos años también, sin que nosotros veamos la conclusión del proceso, pero tenemos que sentirnos contentos por habernos beneficiado en parte de esos avances, no sólo intentando incorporarlos a nuestras vidas mas también a nuestra manera de pensar para que nuestras vidas supongan una mejora, por lo menos “un poquito” respecto a la de nuestros padres y “un poquito” la de nuestros hijos respecto de las nuestras.

Si a pesar de todo lo anterior alguien sigue convencido de que en 1012 vamos a morir todos sepultados bajo el polvo de un cometa y consumidos por las llamas del infierno, lo que los rituales mayas recomiendan es ofrecer un sacrificio al dios correspondiente y ejecutar la danza ritual que más se adapte al caso concreto (ignoro cual es la danza maya más apropiada para la caída de un cometa o la inversión magnética), por lo que insto y urjo a todos los temerosos de los dioses a que no pierdan tiempo y ejecuten a su hamster con la mayor rapidez.

Para el resto, recordad:

Al, you need is love.

Mr.X filosófico.