Han pasado 15 ramas desde las últimas veces que nos perturbamos sin prisas en el rojo horizonte. Ese amanecer estaba monando sin prisa ni vergüenza sobre el calor de la gente bajo el sol de una lata de Gigante Verde. De mi sombrero de copa salió un ejército de monos que golpeaba vasos de cristal hasta romperlos. Cada pequeño trozo de vidrio se iba convirtiendo en un Tití diminuto y el horizonte se empapelaba de monos por cada rendija y cada poro del papel.
Han pasado 15 papeles desde que la última lata de pimientos fue devorada por el Gran Mono, y todos los pequeños cantaban…
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